jueves, 1 de octubre de 2015

LA COMPOSICION DE LA BANDERA DE LOS ANDES

“Las monjas y las Damas Patricias que tuvieron el honor insigne de confeccionar y bordar la bandera fueron María de las Nieves Godoy, priora del Monasterio de la Buena Enseñanza, Andrea de los Dolores Espínola, María de Carmen   del Niño Dios y Correas; todas de Mendoza. Las referidas religiosas eran tan distinguidas por su ilustre linaje como por su noble virtud. Los bordados de la bandera fueron realizados por Espínola, con la ayuda de Doña Dolores Prats de Huisi, chilena. Doña Manuela Corvalán de Segura donó las sartitas de aljófar que se colocaron al aro que forma el óvalo del escudo asemejando una cinta envuelta en el medio. Doña Remedios Escalada de San Martín aportó varias perlas de su collar que se ubicaron en el sol. Doña Narcisa Santander ofreció una valiosa gargantilla con trescientos cuarentas y dos diamantes de primera agua y de regular tamaño destinándose tres diamantes en cada hoja de las ramas de laurel. Margarita Corvalán entregó los topacios de sus aros que se aplicaron a los ojos del sol y, para darle mayor brillo, también donó algunos diamantes de unas sortijas que se pusieron a los rayos del sol.  . Doña Mercedez Álvarez dio algunos diamantes   y Laureanita Ferrari las lentejuelas de oro de dos abanicos y varios diamantes que juntos con los de Margarita y Mercedes fueron a parar a los 32 rayos que componen el sol del escudo de la bandera. La R.M Godoy se encargó de distribuir y decorar la bandera aplicando a la misma las piedras preciosas para darle mayor brillo, esplendor y grandeza. . Correas se dedicó a bordar la cinta celeste y blanca que en forma de moño atan a las dos ramas de laurel y son las únicas bordadas en la sarga de la bandera a la cual se le añadieron seis esmeraldas entregadas por las religiosas del Monasterio.

Fuente: Transcripción de un fragmento de la carta de Gregorio Puebla, un desconocido que esconde la identidad de alguien muy allegado a las protagonistas del evento, al entonces Gobernador de Mendoza Coronel Don José Videla Castillo el 7 de octubre de 1830. En este testimonio, probado como apócrifo, hay por lo menos el 70% de verosimilitud.

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